El desarrollo y la comunicación han evolucionado de manera convergente y hoy conforman una asociación que busca la solución a ciertas necesidades de nuestra sociedad, en parte gracias a los esfuerzos por mejorar el desarrollo y la difusión de tecnología; pero por sobre todo, por un elemento denominado “participación”, un ingrediente indispensable en el desarrollo, articulado lógicamente, a través de la comunicación.
Será importante tomar en cuenta dimensiones socio-culturales, políticas y económicas como son: las estructuras de la comunidad, el género, la acción colectiva, los derechos de propiedad, la tenencia de tierra, las relaciones de poder, la política y la gobernabilidad, sumada a la acción de una gobernanza temporalmente utópica, pero con un pensamiento que (lo) permita (ejercer). Un sinfín de variables, que no se alejan de nuestro contexto y de los cambios vertiginosos.
Además implícitamente se encuentra adherida a estos conceptos un elemento denominado democracia participativa e intercultural, ingrediente que conforma una pluralidad de perspectivas, que en la realidad Boliviana, denota una suficiente ampliación del desarrollo micro y macro social, pero con carácter sostenible y de manera deseable.
El desarrollo entendido como una receta que busca satisfacer y priorizar las necesidades económicas, políticas, sociales, culturales; Olvidándose de las insuficiencias espirituales o lúdicas, intenta hoy, dicho concepto, romper con esa fórmula sesgada y universalizada.
Agrego en esta ocasión, el trato flexible que las tecnologías de comunicación, deberían intrínsecamente, proveerle al ciudadano de las posibilidades comunicacionales e informativas, que puedan generarle posibilidades en el desarrollo, y quizás, de nuevas “adaptaciones” desde sus propios escenarios.
En la Comunicación para el desarrollo es importante entender que, la re-construcción en términos de descentralización del poder instaurado del Estado, es una oportunidad para él (otro), no partícipe de la toma de decisiones políticas que le incumben. Un logro requerido e implícitamente endógeno, de ingeniería social, de auto-construcción social; Una empatía que permita expresar, razonar, analizar y producir verdaderas soluciones a escenarios que parecen solventarse con la reglamentación de un par de leyes (o dos). Unos (cuantos) aparatos tecnocráticos que aprisionan las (oportunidades) produciendo mayor necesidad (es) de las comunidades, que por generaciones, eran (y aun lo son), objeto de resoluciones tácitamente tomadas, por otros actores (políticos) en instancias hegemónicas y quizás (divinas).
El futuro nos (exige), cuestionándonos, sobre los resultados que se vislumbran en materia de participación social y en instancias del avance posmoderno y globalizador. ¿Qué respuesta(s) les daremos a las generaciones futuras, que solo podrán ver las secuelas imborrables, de un mundo devastado por el hombre? Un mundo consumido por la (modernización) y cuyo legado será; Recuerdos arcaicos, memorias rancias, y foto (imprudencias) de un mundo que pudo ser, pero que no fue. Un sostenimiento a quien (nadie) parece importarle.
Por otro lado, es imprescindible memorizar los legítimos reclamos que nos exige la sociedad. Hacer del poder político un poder compartido y bien-administrado. Hoy los municipios en materia de distribución del poder, experimentan una legitimación en términos de participación social.
La ley (1551) de participación popular (1994), junto a la ley (2028) de las municipalidades (1999), son la esencia visible de las reformas sociales, en una irrupción de los sistemas convencionales de planificación a nivel nacional, una renovación de los mecanismos de descentralización, denominado como ley marco de autonomías.
Sin pelos en la lengua, es notable toparme con los teóricos repartos, que se dicen, haber obtenido en la transferencia del control de los recursos económicos y políticos en los niveles de reparto, nacional, departamental, municipal e indigenal. Las “equipotencias” hoy están aun condicionadas por la (tutoría) gubernamental.
Ahora bien, no descarto la existencia de arbitrariedades producidas por las incapacidades generadas de unos cuantos burócratas, que dicen representar las mayorías sociales. Pero quizás los únicos culpables somos (nosotros) al no ejercer una verdadera y real “participación” ciudadana, ya que cómodamente vemos como los ilegitimados representantes toman el control del “valor público” y del poder social. Es necesario, en tanto, vincular el poder participativo al control político-social de las comunidades, con una consigna verdadera en la gestión gubernamental. Una acción conjunta que permita plasmar una (gobernanza), que cada vez, se aleja más de la ambigüedad y del utopismo, apoderándose de las oportunidades tecnológicas y productivas en pro del desarrollo local.
La inversión en los sectores productivos, excluyendo las de recursos económicos en hidrocarburos y minería, será del 8 % del total de la inversión pública para este año, según la Fundación Jubileo, en un examen sobre la distribución sectorial de la inversión pública 2011. Esta inversión está relacionada a la producción de alimento y la generación de empleo, lo que supone que aún no se prioriza el objetivo de impulsar un nuevo modelo de desarrollo en el país. Se suma a esta situación, aquellas imposibilidades que aun se perciben en políticas de información y comunicación, pese a que estos derechos ya están constitucionalizados, por lo que el desarrollo local se ve retrasado al no verse como recurso “des-centralizado”. Por tanto no se puede generar en este marco, una concepción de ciudadanía integral.
El artículo 306 de CPE tiene como máximo valor al ser humano y su desarrollo, a través de la re-distribución equitativa de los excedentes económicos en políticas sociales, de salud, educación, cultura y en la re-inversión en desarrollo económico productivo, no olvidando del legítimo planteamiento de un desarrollo sostenible y sustentable.
Los medios de comunicación deben asumir un rol articulador que, proporcione y exija al Estado, asumir un análisis pluralista y responsable, sobre todo en temas de derecho a la información y la comunicación, a fin de alcanzar las herramientas necesarias que posibiliten al ciudadano, tanto de las áreas urbanas, peri-urbanas o rurales, las facultades de asumir su papel en el ejercicio político. Provocando en las comunidades la necesidad de integrarse a las acciones de gestión gubernamental y de auto-gestión.
La planificación participativa debe involucrar a las comunidades y a los individuos a forjar y re-crear sus (modos) de solución a (sus) problemas; Problemáticas que no están alejadas de una pluralidad de rostros, cuya consigna es la diversidad democrática y participativa.
Transmitir, divulgar y comunicar la información necesaria que permita a los actores sociales, re-aprender, re-interpretar y retransmitir, conocimientos, estrategias, mecanismos, visualizaciones, consensos, pero por sobre todo, los valores de una participación activa e integral.
Los modelos de planificación deben ser un reto ineludible para la comunicación, pero de manera particular, los periodistas del siglo XXI, quienes están inmersos en la realidad y la problemática micro-social, por no deslindarse, el macro-social, en términos de los grandes medios. Llevar la teoría a la práctica, la pragmática de las metodologías a la acción continua de los individuos, que requieren respuestas a interrogantes (comunes), y por tanto aterrizar en el marco de lo real y lo concreto.
No obstante, re-significar las situaciones, problemáticas y conflictos, permitirá encontrar mejores salidas y condiciones necesarias para proyectar, aplicar, y mantener el trabajo de y en las comunidades. Convertir la opinión pública en un elemento de cohesión y no de polirización.
Al re-conceptualizar el proceso y (los procesos), que se fusionan en un trabajo inter-disciplinar, de un ejercicio participativo e integral, debemos darnos cuenta, del interés creciente por la ingeniería social, en participar en el manejo de las políticas sobre recursos naturales, agricultura, los medios rurales productivos de sustento (En el caso rural) y de las herramientas y tecnologías comunicacionales, en los espacios plurales de ejercicio democrático, como corresponde. La evaluación y el sostenimiento de las tareas, planificaciones, proyectos, etc. Deben ser parte de la co-participación en los niveles territoriales del Estado. Una simultanea labor entre los habitantes de las comunidades u OTB`s. Un proyecto de (investigación) auto-participativa de los comunarios y representantes sociales. El desarrollo participativo, productivo, integral, sustentable y sostenible, en temáticas de implementación tecnológica, la investigación en acción participativa, el aprendizaje, la reflexión y el análisis de género y generacional, el manejo cooperativo de recursos naturales y el enfoque de medios sostenibles de sustento, este último uno de los elementos más importantes.
En fin queda claro que los resultados que se puedan avizorar en un futuro, están determinadas por el grado de participación y vinculación, que estos actores sociales, puedan instaurar, en una sincronía de las diversas realidades urbanas y rurales, peri-urbanas y de índole (migratoria); este último elemento que complejiza la diversa problemática socio-económica, cultural, política de este país; El cual pondremos en la mesa del análisis respectivo, más adelante.