Retrospectiva histórica
1. Demografía, historia y territorialidad. Guzmán, 1993; 76. Archivo Histórico Municipal de Cochabamba. |
Solo en este
pequeño fragmento de datos de la época republicana en Cochabamba se puede
constatar el proceso de fagocitosis humana/cultural del indígena y la hegemonía
de la élite española que consolidó su estatus de “superioridad” con respecto a los
criollos y los mestizos, esta vez desde su constitución política del 19 de noviembre
de 1826. Si bien los españoles, que entraron en un periodo de decadencia tras
la independencia de la república de Bolivia, homologaron su supremacía en los
criollos españoles, y lo hicieron en un proceso que afectó aún más a los
indígenas.
Estos datos por
otra parte, deben permitirnos reflexionar en esta asignación “colonializada” de
categorías socioeconómicas y culturales que prevalecen en nuestra época, y
repensar la utilización del término “raza” que
no fue más que la teorización simbólica para la naturalización de estas
relaciones coloniales de poder.
Máscara de blanco
Por otro lado, el cuadro anterior (1) diseñado por el historiador Guido Guzmán Salvatierra en su investigación
historiográfica, y los datos obtenidos de los registros parroquiales
de San Miguel de Toco, sintetizan un ejemplo concreto de esta
configuración en Cochabamba del siglo XIX y XX. Esta proporción de mestizos con
respecto a los “indios” y los “blancos” (españoles) nos permiten hacer una
lectura etnológica interpretativa. Por una parte, en respaldo a la noción de
Guzmán, los indígenas tuvieron que “mimetizar” su condición de indígenas,
camuflándolo con el arquetipo de “mestizo” y de esta manera auto-negarse a sí
mismos y evitar aquellas relaciones abruptas de poder establecidos siglos
antes, o por lo menos disminuirlo. Esta conducta se fue naturalizando y refleja
un rasgo de establecimiento cultural de una supuesta superioridad enfocada en
el “blanco” (extranjero) en relación al “indio” (el yo boliviano). Es esta una
razón del porque el boliviano tiene la tendencia a concebir lo “externo” como
superior, y lo local como lo inferior. Lo mismo sucede con el camuflaje
cultural del -mestizo boliviano-, que hoy en día adopta esta conducta simbólica
para negarse a sí mismo y considerarse falsamente en un emparentado con la -presunta-
superioridad del “ario” extranjero y su modernidad, o por lo menos para no ser
catalogado como “indígena” y por tanto como alguien no inferior/sub-desarrollado
(otra clasificación socio-económica a
nivel macro, también de concepción occidental).
Mujeres de antaño que usan los casi desaparecidos sombreros de chola cochabambina en un mercado, a mediados del siglo XX. (Fototeca Digital, Archivo Histórico Municipal) |
Adoctrinamiento Eurocéntrico
Por otra parte, parafraseando
a Guzmán, los sacerdotes católicos adoctrinados y adoctrinadores del
eurocentrismo filosófico y su promoción dogmática del supuesto modelo de ser (ser
humano) que trajeron a América para los no humanos
(indígenas), categorizaron -al igual que los españoles- a los individuos por su
fenotipo. De esta manera establecieron y consolidaron una categorización y
niveles de poder. El propósito eclesial que la teoría nos dice, se confronta
con la realidad en esta pequeña exposición historiográfica. Las investigaciones
concernientes a la presunta conversión de los “salvajes” en “seres humanos”,
también formó parte de la realidad concreta de Cochabamba. Las consecuencias al
definir a la población demográficamente, (distinguiendo) a los que ya eran
“humanos” y los que lo eran a medias, de los supuestos “humanos”; Reitero, han
delineado la actual configuración socioeconómica y cultural a partir de estas
relaciones de poder colonial y post-colonial.
Un proceso de cambio que requiere cambios
Tratando de
contrastar el contexto anterior con el actual, debemos mencionar que el ascenso
al poder de Evo Morales Ayma (sin asumir una postura maniqueísta, sino histórica),
marcó un hito importante. Significó -por lo menos simbólicamente- un importante
paso para la reivindicación e inclusión social de sectores marginados, y de la
participación de indígenas y pro-indigenistas en las altas esferas sociales,
económicas, políticas y culturales, impregnadas de un capital simbólico que
generó transformaciones; Sin embargo, tras 10 años de que el Movimiento al
Socialismo asumiera el control estatal, los hechos nos demuestran que gran
parte de la configuración del discurso descolonizador se definió lastimosamente
a partir de una lógica occidental, que provocó en el peor de las percepciones
críticas, en la instalación de una nueva oligarquía indígena y mestiza (afín al
proceso de cambio) y una inversión de polos que preservan esta actitud colonial.
Si bien existe simbólica y parcialmente una inclusión social, participación
ciudadana y visibilización cultural del indígena, no se ha logrado aún una
ruptura seria de estas estructuras mentales, de esta categorización
socioeconómica y cultural que sigue en vigencia.
Por tanto, existe un
reto para los profesionales de las ciencias sociales, quienes deberán asumir un
reto inter-disciplinario, trans-disciplinario, inter-epistémico y de pensamiento complejo/sistémico, que apunte a un cambio
cultural y político del actual sistema occidentalizado.
El propósito será
-por ahora- la erradicación de la colonialidad mental de los des-colonizadores,
tanto de la izquierda que maneja el discurso indigenista, como de la derecha,
que inició con la instrumentalización de dicho discurso. El inicio es auto-cuestionar
nuestras propias lógicas occidentales heredadas que son opuestas a la consciencia
crítica con respecto a la otredad, y de las actitudes promotoras de espacios de
diálogo e interculturalidad. Se trata en suma de abolir nuestra colonialidad, abordar la descolonizaciónde los intelectuales y finalmente descolonizar a nuestra sociedad; Re-configurar
y re-direccionar un proceso que nació de los movimientos kataristas, es decir un cambio del “proceso de cambio”.
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