Es fácil y hasta anacrónicamente “patriótico” colocar una bandera en un lugar visible dentro y fuera de nuestras casas, y hacer de cuenta que cumplimos un años más de independencia, como remembranza a la Fundación de la República un 6 de agosto de 1825. Es fácil elogiar a una Bolivia por sus tres colores sin tomar en cuenta el significado de la heterogeneidad que aquello implica. Es fácil postear una imagen en Facebook y felicitar a nuestra patria por sus 192 años de “independencia” sin cuestionar si en realidad somos un país como tal, y si realmente somos independientes en muchos aspectos. Es fácil creer que somos bolivianos desde la percepción egocéntrica de cada ciudadano, sin tomar en cuenta la legitimidad en la existencia de otros que lo son, siendo diferentes.
Es fácil comprarse una escarapela para presumir la nacionalidad boliviana por un par de días en torno al 6 de agosto, cuando el resto del año avergonzamos al polisémico concepto de ser boliviano con nuestras actitudes etnocentristas y religionalistas. Es cómodo ser partícipe de los festejos cívicos desde el palco, la expectación o el propio desfile con traje de gala, pero qué incómodo es aceptar que este país celebra conjuntamente con aquellos que lo hacen de distinta manera. Es fácil aislarse para celebrar este aniversario con nuestros semejantes, pero que difícil es hacerlo con los que no lo son. Es fácil olvidarse de la existencia de las otras identidades, de otras cosmovisiones, de otros credos, de otros significados de lo que denominamos fe, pero que difícil es conocerlo, reconocerlo, aceptarlo, apropiarlo, y asumirlo; Qué difícil es darnos cuenta que somos uno y a la vez parte, que somos una sola nación y a la vez plurinacional, que somos una identidad con varios significados y que somos diferentes siendo similares.
La construcción de un Estado Plurinacional no lo definió su promulgación el 2009, ni lo constituyeron los gobernantes de turno. El asumir la patria es asumir tal condición. Entender y asumir que somos un Estado (uno) Plurinacional (varios) es tarea de cada bolivianos que dice serlo. Desde el político en la Asamblea Legislativa, hasta el ciudadano en su humilde morada, desde el presidente de turno, hasta el obrero que trabaja en día feriado, desde aquellos que se ubican en áreas rurales, hasta aquellos que se encuentran en las vertiginosas ciudades, desde aquellos que andan en las redes sociales, hasta aquellos que no conocen la internet.
Es decir, todos y todas somos, en nuestra condición de bolivianos, parte de una heterogeneidad compleja y divergente. Asumir que somos “patria”, no se trata de que todos pensemos igual, se trata de que pensando de diferente manera seguimos siendo nación, porque en una familia los hermanos son diferentes, divergentes, opuestos, distintos, pero en esa diferencia está la riqueza, la fortaleza, las oportunidades.
La construcción de un país en la diversidad atravesará por esta constante denominada “interculturalidad”. Esta debe traslocarse del texto a la práctica del cotidiano sin esperar que otros lo hagan primero.
Ser parte de un país como Bolivia es tomar consciencia de aquello, es rechazar cualquier llamado a la fragmentación, a la división, a la separación por razones partidistas, políticas, económicas o culturales. El problema de nuestro país no es la falta de riqueza material o intelectual, sino de la falta de consciencia por una cultura del diálogo, del respeto, de superar los legalismos de la “tolerancia”, de las normas que nos quieren obligar a ser más seres humanos, más racionales, más afectivos, más solidarios, más bolivianos.
Escucho pregonar en varias regiones de este país, que el boliviano en su localidad te recibe con los brazos abiertos, que te invita a pasar a su humilde morada, que te cobija con lo mucho o poco que tiene, que te convida de su exquisito plato y su bebida parsimoniosa, y que finalmente te reitera un pronto y feliz retorno. Seamos así, no solo de boca, sino de acciones, no seamos bolivianos solo para los extranjeros, sino también para los nuestros.
Deseo para este país que, cada 6 de agosto, practiquemos ser bolivianos los 365 días del año, para así demostrar verdaderamente que lo somos y que no solo lo creemos. ¡Felicidades querida Bolivia! ¡Felcidades querid@ boliviano”.
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