La magnitud de los problemas sanitarios previstos en la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria en Salud 1977-78 fueron, y siguen siendo, una problemática de orden mundial de gobiernos de países sobre todo en vías de desarrollo. El reto de poder llevar el APS a todos los sectores sociales en el mundo, sigue siendo hoy una meta a alcanzar.
Tanto gobiernos, políticas gubernamentales, Instituciones vinculadas a la salud, y otros no comprenden aun la importancia de coadyuvar tareas en búsqueda del desarrollo social tal y como lo propone la declaración de Alma Ata. Fruto de esa ineficiencia, solo los privilegiados de las (potencias) pueden percibir un derecho que todo ser humano tiene.
Gobiernos de turno afirman la necesidad por crear políticas que puedan generar el acceso a la APS, sin embargo hoy luego de más de 30 años de la Conferencia en Alma Ata el tema parece haberse convertido en una utopía permanente, que pasa de mano en mano, entre los responsables gubernamentales y los sistemas nacionales de salud, sin ser planteado o discutido y menos resuelto. La crítica parte no del mero supuesto de las deficiencias actuales, sino más bien del análisis comparativo de lo que se planteó en aquel tiempo y las realidades político-sanitarias de los países en temas de salud; esto sin tomar en cuenta elementos que convergen y hacen cada vez más difícil de resolver la problemática de la salud actual, caso particular el de Bolivia.
Cabe tomar en cuenta que muchos indicadores sociales nos han reflejado cierta mejora en aquellos parámetros de prevención y promoción en salud en el caso de Bolivia, claro a diferencia de años pasados, pero no lo suficiente como para prescindir de preocupaciones convirtiendo el tema de la salud en un tema acción aislada.
Son reales aun más, los datos estadísticos, epidemiológicos y de atención primaria los que reflejan las deficiencias conceptuales y de aplicación pre-existentes, sobre todo en países en vías de desarrollo, caso particular Bolivia.
La asistencia sanitaria sigue siendo aun un proyecto en construcción, porque que claramente no podemos ver (materializada) esa consigna de que la APS es un proceso “permanente” de asistencia en salud.
Hoy varios sectores sociales, Instituciones y el gobierno de turno están ocupados (entretenidos) en sus disputas políticas, dejando de lado un tema que incluye necesariamente un impacto social.
La justicia social que quedo escrita en un vetusto papel, hoy es conceptualmente un término meramente político y sujeto a la libre interpretación por parte de quienes reclaman atributos sobre él, control y administración por ejemplo; Un discurso político que deja a merced de cualquier re-significación. Hablamos en tanto de una justicia social que incumbe innegablemente aspectos de salud, un correcto entendido (bienestar físico, mental y social) que debe por consecuencia generar resultados en pro de un desarrollo social, incrementando así los niveles de producción y empleo, con planes nacionales de desarrollo que incorporen, tanto en el aérea urbana y rural, temáticas de salud, claro sin olvidar de una distribución equitativa de ingresos al PIB per cápita, que favorece al desarrollo económico local.
En nuestro país es necesario avizorar estos elementos que son importantes en la vida social y comunal de los pueblos y sectores sociales. Por lo menos (ya) se discute variables como; características geográficas, sociales culturales, políticas, etc. que determinan intrínsecamente aspectos de asistencia sanitaria.
Por otra parte será necesaria la re-construcción conceptual sobre el concepto (salud) en las instituciones con carácter educativo y con necesaria extensión en las familias y comunidades como política social y democrática que estimule la participación de los individuos y población en general. Las estrategias nacionales deben procurar la asimilación de estos principios y valores provistos en la declaración de Alma Ata, los cuales no pierden vigencia. La falta de sensibilización, y de la cual formamos parte todo el conjunto social, es la inmunización de las personas, un claro ejemplo de que a pesar de la existencia de medicamentos, no conformamos parte de una conciencia implícita de auto-responsabilidad.
Enseguida se expone una crítica escéptica de los argumentos expuestos sobre el desarme y logro de la paz mundial, expuesta en la declaración de Alma Ata. El nuevo orden mundial no vislumbra en absoluto las “bondadosas” supresiones armamentísticas o exterminios de poder consumado (ej. deuda externa), es más, las grandes potencias quieren mantener su estado hegemónico y colocándose las manos en los ojos para no ver la terrible realidad, ambiental, económica, política, que contradictoriamente repercute en espacios necesariamente de carácter sanitario.
Ni que decir sobre las brechas que dividen esta aldea (global); suministros de alimentos, agua potable, servicios básicos, suministro de medicamentos esenciales, que no son de interés de la política mundial, temas que ineludiblemente deben seguir formando parte de las actividades político-sociales de nuestro país, capaces de promover a que los individuos formen parte de un desarrollo responsable en sus comunidades y que tenga repercusión en el desarrollo nacional. La autodeterminación de la población a resolver sus propios problemas sigue siendo parte de la utópica, pero necesaria, idea de esta consigna global. Finalmente vemos necesaria la generación de nuevos paradigmas en comunicación para la promoción de la salud, los cuales puedan coadyuvar entre las comunidades, y sectores sociales e implícitamente entre los niveles del sistema sanitario nacional.
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