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sábado, 1 de septiembre de 2018

¿Plataforma de la "DEFENSA" cultural de Bolivia?


Hace algunas horas de haberse lanzado la "Plataforma de defensa cultural de Bolivia", me llamó la atención uno de los comentarios de la Ministra de Culturas de Bolivia, Wilma Alanoca: “Lo primero es la consolidación y patrimonio de Bolivia y evitar que -algún otro país se lo apropie-..." !Miércoles¡ lo "primero" en las aspiraciones de la mayor entidad de cultura del país es echarle candado al legado cultural de propios y extraños. Me explico enseguida.


Quisiera preguntarle a la "experta" de culturas, Wilma Alanoca, ¿Patrimonio es un "Bien privado", o es un "Bien común"? Vayamos por partes. 

Este primer cuestionamiento coloca en evidencia la contradicción con los fines de una plataforma que más bien debiera de promover y difundir la personalidad de las culturas bolivianas y dejar de lado las aspiraciones de la herencia colonialista por la que se deja regir.

Las primeras y superficiales aclaraciones mías develan que es necesario descolonizar nuestros criterios de autoridad antes de intentar hacer algo por las manifestaciones culturales dentro y fuera de este territorio llamado Bolivia. Y es pues de entrada que el “nacionalismo” (de herencia colonialista y todo el significado histórico que representa), es una oposición a la diversidad cultural, que no es otra cosa el reconocimiento de la “plurinacionalidad”, y es con este enfoque “nacionalista” con el que pretendemos contradictoriamente “defender” la diversidad cultural. ¿Me dejo entender?

"Protegerla" no es pues prohibirla, sino evitar que las futuras generaciones no la abandonen, "defensa" no es emular la imposición de fronteras y barreras como las que nos impusieron la colonia con los imaginarios de los Estados-nación, modelo que intentó fraccionar las identidades culturales para luego declarar a cada pieza cercenada como exclusiva del territorio impuesto. Y peor aún, entender esta complejidad y síntesis cultural en la actualidad con una mentalidad digna de la colonia, negando las dinámicas etnohistóricas y antropológicas.

"Defensa", es promoverla, es cultivarla, es recrearla, es dejarla libre para que se exprese con libertad, valga la redundancia. Enjaular las expresiones culturales inmateriales es pues una triste contradicción cuando muchas de las que tenemos tuvieron influencia externa. Un buen ejemplo son los “dragones”, símbolos que forman parte de la famosa “diablada” boliviana. Invito a investigar sobre el origen de esta figura que forma parte de la indumentaria de la diablada boliviana para que tomemos consciencia de que no existen culturas puras, y que casi todo, en todo tiempo, ha sido producto de una síntesis de influencias culturales locales y/o foráneas. Si no fuera así, los españoles deberían de reclamarnos en la actualidad el legado y la influencia en nuestras danzas y folklore. Si hacemos caso a esta lógica habría que decirles a los jóvenes coetáneos bolivianos que dejen los otakus, los cosplay, o el k-pop porque estaríamos “copiando la cultura y el patrimonio”, según palabras de Wilma Alanoca. ¿Podremos prohibir a la cultura ser apropiada por propios y extraños?


Apropósito, Ecuador tiene su propia “diablada” denominada Diablada Pillareña, sin mencionar otras representaciones folklóricas que tienen como elemento central al diablo. ¿Esto significa que Ecuador le hurtó o copió su cultura a Bolivia?, pues no. Es simplemente expresiones culturales que fueron cobrando su propia identidad al paso del tiempo. Escuché decir que la “cueca” es patrimonio de los bolivianos, pero es fácil desmentir tal cosa con solo navegar en internet y buscar esta síncresis cultural que también se encuentra desde hace mucho en Chile o Argentina, sin mencionar otros más, algunos con otro nombre y otras con sus propias particularidades.

Por otro lado, "Salvaguarda", no es colocar tus preciadas representaciones en un baúl de la estatización y encajonarla entre los ojos vigilantes de quienes regulan su reproducción. "Salvaguarda" es preservar, y según la UNESCO, es garantizar las medidas necesarias para que las futuras generaciones disfruten del legado del pasado y del presente. No entiendo el afán de preocupamos más de la supuesta "defensa" ante los vecinos, que de nuestra propia dejadez interna donde la cultura y el patrimonio siguen siendo un mero decorativo y ornamento.

En fin, es lastimosa y paupérrima la concepción de la cultura y  el patrimonio de quiénes ejercen el "poder", ¿No hay en su entorno alguien que les advierta sobre estas contradicciones al intentar privatizar lo imposible? Bueno, lo único que me calma es que ni con mil plataformas podrán frenar a las culturas, ni aldabarlos, ni ponerle límites, ni candados.

De esta manera, la cultura tiene una territorialidad que supera estas delimitaciones imaginarias traídas por occidente con la adopción del “ecumenismo” (palabra que deriva del griego oikoumene cuyo significado es “tierra habitada”). La posesión y usurpación de tierras fue justificado por este paradigma, del que luego siglos después nacerían los Estados nacionalistas en América. Sin embargo en la actualidad aún existe resistencia a esta manera colonial de ver las cosas, es la resistencia hacia el individualismo en contraposición a lo colectivo, es decir el bien privado Vs. El bien común.  Por eso no es extraño ver a los Maroyu en Perú, o al “Cholo Juanito” en Bolivia, en cuyos espacios es tan natural para sus públicos el zapateo, los chistes, y el colorido de sus expresiones, es más, no parece existir una frontera que las limite a la interpretación común. Las expresiones de la herencia  aymara es una muestra de que esta territorialidad ha superado el continente gracias a la incorporación de las TIC en la producción cultural. El mundo en la actualidad está hiperconectado, y este es tan solo un ejemplo de cómo la cultura no puede ser un bien privado en custodia de una institución que pretende regularla.


¿Queremos ser reconocidos frente al mundo por su diversidad cultural? Para eso se construye #IDENTIDAD, no "bienes privatizados ni privatizables" y menos de “propiedad intelectual” en cuestiones inmateriales de la cultura, muchas de estas que son legado de la humanidad (no tan solo de los bolivianos) nacieron porque son intrínsecas al ser humano, no nacieron como los bienes y servicios del comercio cultural con un afán de rédito particular, primera reflexión. Si me equivoco, entonces reto a que seamos los primeros en devolverles la tucumana o la salteña recientemente declarada "patrimonio” que se disputan un par de departamentos bolivianos, (como dice Wilma Alanoca) respetando su #ORIGEN. ¿No se enteró que estas exquisiteces nacieron en Argentina?

Los usuarios que leen esta opinión dirán, ¿Es que acaso Danny no eres boliviano para “defender tu cultura”? Y yo les contesto, sin ahondar en un análisis muy detallado lo siguiente. Bolivia no es pues el centro del universo ni el centro de atención de este planeta, recordemos solo nuestro pasado histórico para comprobar que la influencia española abarcó casi todo el continente Americano, excepto por las que fueron influenciadas por Portugal e Inglaterra. Entonces no podemos alegremente creer que nuestra riqueza cultural fue el resultado unívoco de un fenómeno exclusivo para los bolivianos, es más, antes no existía Bolivia como territorio ya que los territorios antes de la colonia eran otros, la territorialidad era otra. Por eso es fácil de notar las semejanzas con otras expresiones culturales como las andinas o las aymaras que van más allá de los límites que definen nuestros países, sin mencionar a otras y los procesos de su evolución.

Lo que pasa es que las expresiones sincréticas resultantes de la colonización y la herencia nativa fueron especializándose, por eso no es extraño ver parecidos (que se suelen confundir como “copias” cuando actuamos de una manera etnocentrista). Por otra parte, es muy probable que algunas de nuestras danzas hayan tenido origen en este territorio llamado hoy Bolivia, pero eso no significa que este solo haya abarcado solo el territorio delimitado por la noción eurocéntrica.  Es pues de manera superflua que durante ese origen haya sucedido lo que sucede con la moda, producto de las migraciones culturales y la simbiosis cultural que influencia, a la vez que es influenciada.

En fin, el ser humano por naturaleza crea, y recrea. Bajo estas lógicas estatales les estaríamos diciendo a los jóvenes bolivianos, sobre todo a sus hijos y nietos que ahora son norteamericanos en EEUU, que no sigan promoviendo el “Salay” porque es patrimonio de los “bolivianos”, y los norteamericanos no podrían apropiárselas (es decir, hacer de ella un patrimonio cultural) porque nuestra colonialidad nos dice que no les pertenece (aunque sean descendientes de bolivianos), ¿Entonces para qué se promueven? Dirán, pero si las usan que reconozcan su origen, entonces seamos los primeros en reconocer que no nos pertenece todo aquello que influyó en lo que somos, y que no es nativo. Es absurdo, lo sé, pero es el mejor razonamiento lógico para intentar tomar consciencia de lo imposible que es pretender auto-atribuirse una “propiedad intelectual” de algo que es en suma una propiciación colectiva, no solo en su origen, sino en su re-producción.


Este pequeño análisis no pretende desvalorizar las culturas bolivianas, sino de elevar el espíritu crítico y visibilizar ese espejismo mental que nos hace creer que nuestra cultura es única y que las del resto son simple imitación, a ese espejismo mental se le llama colonialidad. El patrimonio no es la imposición oficializada con una nomenclatura, pues no sería más que eso, nominal. En cambio patrimonio cultural según los estudiosos, es la apropiación colectiva de alguna representación simbólica al que se le atribuye pertenencia, y esta por supuesto, no tiene límites.

Culmino con esta reflexión copiando la cita de la postura de la UNESCO al respecto: “La Convención se centra en salvaguardar el patrimonio cultural e inmaterial y no en proteger legalmente manifestaciones concretas a través de derechos de propiedad intelectual, que a nivel internacional recae principalmente en el campo de la competencia de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Sin embargo la Convención señala, en su artículo 3, que sus disposiciones no pueden ser interpretadas para que afecten los derechos y obligaciones de los Estados Partes derivando de cualquier instrumento internacional relacionado a los derechos de propiedad intelectual. La aplicación de los derechos de propiedad intelectual con el marco legislativo actual no es satisfactoria cuando se trata de patrimonio cultural intangible. Principales dificultades están relacionadas con su evolución y la naturaleza compartida, así como al hecho de que a menudo es propiedad colectiva”. ​

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