Vistas de página en total

lunes, 11 de noviembre de 2019

MEDIOS, PODER Y NOTICIABILIDAD



¿Qué rol tienen los medios frente a esta, denominada por unos, como "recuperación de la democracia", o "Golpe de Estado", por otros? ¿Cómo se construyen las percepciones sociales y estas versiones polarizadas?

En medio del caos, tanto en Chile como en Bolivia respecto de las crisis sociales, los medios juegan un rol demasiado importante, y subrepticiamente estas industrias trabajan -en este momento- en sus procesos productivos de información, exponiendo fragmentos de la realidad -y censurando otros-, por diversos factores; " […] que la clase de noticia que recibe la atención de los medios y la manera en que se las presenta, tienen consecuencias importantes para los regímenes políticos. Sensibles al poder los medios informativos para influir en la agenda política, los gobiernos de todo el mundo tratan de controlar la producción de los medios, forma e informalmente". (Graber, 1981:79)

Esta selección, proceso de producción,  organización productiva y del trabajo, y comercialización/difusión, también cuenta con un carácter individual en el tratamiento, es decir el proceso de la información pasa también por la subjetividad del propio periodista y los factores que en él la definen; "Habría que estudiar la ideología de los informadores para entender mejor la capacidad o disposición ante ciertos temas y, por consiguiente, su mediación. Ideología del informador desde el criterio de su caracterización profesional: ámbito sociocultural de procedencia, nivel de estudios, titulación profesional, modo de reclutamiento o contratación, aspiraciones y posibilidad de promoción, política de formación permanente del canal, grado de participación o intervención en las decisiones y sobre todo la escala de valores o criterios profesionales de noticiabilidad" (Barroso. García, 1992: 82)

Estas visiones se convierten en miradas reduccionistas (como noticia), definen el conocimiento social y por tanto las posiciones políticas respecto de un hecho. De esta manera una de las dimensiones que establece la noticiabilidad o no, de una información, es configurado por factores intrainstitucionales del medio, sean estas valores/noticia de la institución o de la propia persona, invisibilizando fragmentos de la realidad que podrían amplificar los significados sociales; "Estas características de fondo pueden explicarse por las modalidades productivas de la información: el conjunto de factores que determina la noticiabilidad de los acontecimientos permite realizar cotidianamente la cobertura informativa, pero obstaculiza la profundización y la compresión de muchos aspectos significativos en los hechos presentados como noticias.(Wolf; 1987: 219).

La "opinión pública" (dentro y fuera de Bolivia) -que es también una construcción social de los media-, es resultado de los factores que intervienen en el proceso productivo de la noticia. En sociología de la comunicación le llamaríamos el proceso de difusión del conocimiento social. En comunicación social estaría determinado por la noticiabilidad de un hecho.

En 1976 David Altheide definió la NOTICIABILIDAD como una perspectiva práctica sobre los acontecimientos; Enunciación que Mauro Wolf acentúa especialmente por considerar que toma distancia de aquella visión arbitraria impuesta a la selección del trabajo informativo. De hecho, no duda en asociar esta noción, con lo que ahora puede llamarse “cultura periodística”, en clara alusión a ese proceder que se erige en el propio seno de la relación intrainstitucional, el papel que la empresa y el lugar que sus propietarios ocupan en el tejido social-político, los valores que rigen la tarea informativa y las experiencias personales puestas en juego por el periodista.

Sobre este punto Mauro Wolf afirma: “[...] desde esta perspectiva, es noticia lo que –hecho pertinente por la cultura profesional de los periodistas– es susceptible de ser trabajado por el aparato sin excesivas alteraciones y subversiones del normal ciclo productivo”. (Wolf, 1987:217).

Por otro lado, este análisis se expande también a esos medios que son a la vez protagonistas, es decir las RRSS.

La convergencia sin duda ha complejizado aún más el panorama, porque existen informadores con sus propios valores/noticia (polarizadas al respecto, en la mayoría de los casos en este contexto); "Hoy tenemos que saldar cuentas no sólo con las interpretaciones erradas de los testigos oculares, con el trabajo de los corresponsales, con la mediatización de las agencias, etc., sino también con los efectos ulteriores del newsmaking, de las nuevas tecnologías, de Internet, de los web-sites, que no sólo hablan sobre ciertos hechos y situaciones, sino que contribuyen a la imagen general del mundo, y a delinear el, en parte, nuevo paisaje de experiencias y de valores dentro del cual nos movemos (Bettetini y Fumagalli, 2001:29-30).

La dificultad de distinguir la información de la desinformación, es tan solo un efecto corrosivo ante la creación de una opinión pública con sus versiones (en este caso polarizadas) para el gusto de cada individuo y sus disposiciones subjetivas.

Cuando no existe control de los datos de parte de los usuarios (en el sentido de ejercitar mecanismos de constatación de los hechos), y la falta de una cultura informativa (en contra de los fakenews), e instituciones que garanticen la posibilidad de un abanico mayor para el contraste de datos, el conocimiento colectivo puede tomar cierta forma (intencional o no), respecto de la propia realidad social, como vemos en las calles y en la percepción de quienes son ajenos al contexto donde se suscitan. Esto, al respecto de las luchas geopolíticas de parte de polos opuestos como EEUU y Rusia, a través de empresas de comunicación y la manera en cómo encaran una noticia.

Mayores datos, no significan mejor información, pues algunos autores afirman que la hiperinformación no se traduce en mejor calidad en el conocimiento de la realidad social. Más si no existe predisposición a esta cultura de calidad informacional, comprobada y contrastada, de parte de los ciudadanos.

Por lo mencionado, el público sólo tendrá una idea certera de aproximación a la realidad, en la medida que confronte realidades diversas construidas por la pluralidad de medios para: “contrastar las semejanzas y diferencias de criterios en la selección, valoración y presentación”. (Barroso.García,1992:85)

Para aquello es necesario el fomento y la instauración de medios alternativos (por medio de políticas de comunicación/cultura), respecto de la gran mayoría de los que determinan sus contenidos por criterios económicos y políticos. Devolverle al interés público la comunicación su carácter "social", no es una aspiración, sino un derecho humano avalada, por ejemplo, por la UNESCO o la ONU.

Las empresas de comunicación, al ser parte de las industrias de la cultura, comercializan productos con contenido ideológico y simbólico, que afectan las relaciones sociales, y por tanto los sentidos de sus consumidores. De esta manera es necesario estar advertidos y tomar consciencia respecto de quiénes, qué y para qué razones delegamos a terceros la responsabilidad de informarnos.

No olvidemos que los periodistas e informantes son personas falibles, sujetos a factores externos e internos al momento de intentar retratar la realidad; "Resulta interesante en este punto las contrariedades que pueden advertirse en el proceso de construcción de realidad y los intereses que giran en torno a ello; Aseveraciones que ponen en tela de juicio aquello que definíamos inicialmente como la fábula periodística en torno a conceptos de objetividad y neutralidad" (Godoy, 1993)

Mientras, las pugnas por el poder tienen sus propios efectos en sus relaciones con los medios de la industria de la información. Nosotros estamos en medio de ella.