El Informe Nacional
de la Calidad de Aire del 2008 – 2009 afirma; “que los aspectos que llevan a
esta situación crítica pasan por la acción humana, reflejada en el incremento
desmesurado del parque automotor, congestión vehicular, desorganización del
transporte público y la morfología de la ciudad en cuanto se refiere a las
inversiones térmicas y baja capacidad de ventilación por ser un valle cerrado”.
En Cochabamba las
emisiones de gases de efecto invernadero, producen un efecto mayor gracias a su
disposición geográfica. En otros términos, una especie de coliseo “sin techo”,
rodeado de montañas, lo que provoca la retención de esos gases.
Según la Red de
Monitoreo de Calidad de Aire (Red Mónica), en Cercado existen 616.021
habitantes y 163.531 vehículos, es decir, por cada 3,7 personas hay un
automóvil, una cifra que de hecho explica los frecuentes embotellamientos y las
altas concentraciones de gas de ozono (O3), de monóxido de carbono (Co),
dióxido de azufre (SO2) y otros compuestos (PM10).
Manteniéndose estas
cifras, estaríamos superando los límites mínimos de Calidad del Aire según los
parámetros de la Organización Mundial de Salud (OMS).
A partir de estos
pequeños antecedentes haré referencia a ciertas disposiciones que países
vecinos de centro América, han empezado promover en contra del cambio climático
y la mitigación de los gases de efecto invernadero.
Dentro las
“nociones” de la (nueva) arquitectura e ingeniería de la construcción ecológica,
países como México empiezan a promover la arquitectura ecológica del siglo XXI.
Gracias a estos
nuevos modelos, los efectos del cambio climático se ven interrumpidos, por lo
menos dependiendo de la magnitud de sus adeptos.
En el caso de
Cochabamba, algunas pocas instituciones empiezan a adoptar y promover cierta
cultura del cambio, “alternativas” de sostenibilidad para la reducción de
emisiones gas.
Algunas pasan por
un carácter arquitectónico y asociativo, una combinación de arquetipos modernos
y eco-sistémicos denominados “viviendas ecológicas”, donde las construcciones de nuevos y modernos edificios
brindan el espacio a las áreas verdes de manera integral.
Lamentablemente
estas nuevas corrientes medioambientalistas parecen ser “ignoradas”, por no
decir desconocidas, por muchas instituciones, entre ellas las Educativas. - Es
lamentable saber que donde se educa, se “mal” educa también-.
Una impotencia me surge
al detectar un número considerable de personas, que indiferentes a los hechos,
prefieren callar.
En cambio un reducido
grupo de personas, entre ellos jóvenes que hicieron consciente dicha calamidad,
todos los días son testigos de los brutales y silenciosos golpes que se le da,
al que considero un minúsculo “TIPNIS”,
un corazón que deja de latir a causa de la irresponsabilidad de algunos
profesionales cómplices de esta transgresión.
En nombre del
progreso y la educación se arremete contra los espacios verdes, plantas y
árboles, quienes cobijaron alguna vez a estudiantes, en un medio “ideal” de
aprendizaje.
El coraje me da la
potestad de informar que nuestra prestigiosa universidad es cuna de estos
vejámenes, - Sí, ni más ni menos -.
Lamentablemente,
como pasa en varios sitios que no mencionaré, la UPAL en sus nuevos predios de
la calle Túpac Amaru, está siendo cómplice de estas fechorías. – Ya que todos
callan, alguien debía alzar la voz y despreocuparse de la mala fama –.
Los referentes
administrativos parecen estar desentendidos del tema, sin embargo los “ojos” instruidos
de los estudiantes, parecen estar (acostumbrándose) a los despliegues técnicos,
que brinda el equipo de construcción del nuevo edificio, ubicado al norte del
recinto universitario.
Hay que aclarar que
durante la formación de los estudiantes de esta universidad, sobre todo de
Comunicación Social, se les ha brindado los conocimientos básicos para poder
diferenciar el desarrollo de la modernidad, lo ecológico de lo anti-ecológico.
Pese a esto es
lúgubre saber que se desconoce el simple criterio de la reciprocidad, que
debería velar por el medio ambiente, por lo menos dentro de una institución
académica.
Pero es peor aún, en
este momento al margen de ciertas disposiciones legales y a razón de
burocracias económicas, en aparente título pro-formativo, se sigue en nuestras
propias narices, ultrajando los espacios verdes, - Bueno lo que queda -.
Como no hace falta
ser jurista, ni arquitecto, ni biólogo, ni activista para darse cuenta, como se
vulnera el Medio Ambiente dentro de esta universidad, me remito a recordar(les)
un anecdótico y peculiar caso.
Hace dos semanas
atrás, frente a las instalaciones del Rectorado dentro la universidad, colindante
al acceso del nuevo edificio que se construye, en un espacio de menos de 1x1 m2
y donde subsistía una especie de planta frutal (banano), ya a punto de
dar frutos, el cemento fue a cubrirlo totalmente. Primero talado, luego
arrancado de raíz, sin que nadie le preguntase primero ¿Quieres seguir
viviendo? Menos aun se le dio, como a muchas otras, la oportunidad de ser
trasladado.
Luego de soportar
las transgresiones de los albañiles por varios meses, sin afectar el paso
peatonal ¿A quién le hacía daño como para arrancar a esa indefensa planta? Por
lo menos adornaba el insípido y vacío ingreso, de esta que hoy considero, como necrópolis universitario.
La historia me
enseñó a diferenciar, desde mi ingreso a la UPAL hace 5 años, como la mano de
la ignorancia es capaz de arrancar de raíz, lo poco que le queda de (vida) a
este lugar, con la mayor tranquilidad del mundo.
Con esta humanidad insensible
e indiferente de verdad uno se pregunta ¿Con que imaginación hacen estas construcciones?
¿Acaso en ese frío piso lleno de cemento no había espacio para compartirlo con
unas cuantas especies arbóreas que no necesitan crecer demasiado? ¿Dónde queda
el altruismo y la cara, como para querer enseñar a los estudiantes sobre el
“respeto” al medio ambiente? ¿Porqué nadie dice nada sobre este tema? ¿Qué
opina el rector de esta universidad sobre lo que sucede? Seguramente
encontraremos un sin número de “pretextos” como para justificar esta
aberración.
Pero trataremos de
ser objetivos, y con argumentos sólidos, trataré de denunciar el atropello del
cual soy testigo.
El nuevo edificio
que se construye dentro de esta universidad, está siendo construido al margen
de ciertas disposiciones normativas, tal y como ha pasado con el resto de
construcciones dentro esta universidad, según dictamina el Reglamento Boliviano de
Construcciones (RBC) con
actualización 2009.
En el capítulo III,
Artículo 4 subtítulo (d) de la normativa , “las construcciones deberían
adecuarse a las características de la zona de manera (armónica), protegiendo el
medio ambiente, de manera que la localización y el funcionamiento de las
edificaciones no degraden el medio ambiente, dando cumplimiento a las disposiciones
de la Ley N° 1333”. Un notorio y
visible incumplimiento, según esta resolución.
Entre tanto el
artículo 6 de la normativa habla también de generar un (habitad urbano
sostenible), elemento irrisorio para los responsables de la construcción de
este edificio.
Según el Capítulo
VI sobre aplicación y vigilancia, en su inciso (j) “es deber de las
instituciones pertinentes (Gobierno Municipal) del departamento, realizar
estudios para establecer o modificar las limitaciones respecto a las reservas
de áreas verdes”.
Como siempre
miramos y miramos con indiferencia, esperando a que nuestros gobernantes hagan
algo. ¿Díganme alguien hará algo al respecto dentro esta institución que dice
ser educativa?
Entre tanto, indagando
dentro la planificación y disposiciones de esta construcción, parece existir
varias consideraciones, que transgreden el “minúsculo recinto verde” que le
queda a la UPAL (Túpac Amaru).
Dentro esta normativa, personalmente observo un detalle que no pienso
obviar.
Según el artículo 2
de la (RBC) la norma se aplica en: “Obras que tengan el carácter de
intervención total o parcial en edificaciones catalogadas de patrimonio
histórico o que dispongan de algún tipo de protección de carácter ambiental o
artístico”.
Sin duda el
carácter ambiental es uno de los elementos que menos importan dentro la
construcción de este nuevo edificio. ¿De quién depende validar o no el
“carácter ambiental” dentro la construcción de un edificio, si nos son, en este
caso, los mismos usuarios (estudiantes, docentes y administrativos) quienes
habitan en él?
Además el
reglamento habla que será ajustado según la cultura y las costumbres de los que
habitan en la zona y/o región ¿Dónde queda entonces la autonomía institucional como
para hacer respetar esta resolución?
Para graficar el
desenlace de esta nota rememoraré un ejemplo crudo, que ahora mi puño y firma será
capaz de narrar.
Hace unos días
acabaron de arrancar otro árbol de entre los “últimos” que nos quedan, en el
único espacio verde que tiene la UPAL, exactamente donde se encuentra el Centro
de Cómputo. Claro está, no es culpa de los albañiles, ni culpa de la ignorancia
de los responsables, sino de nosotros por no decir ni hacer nada.
Ojalá esta queja
formal llegue a oídos de las autoridades responsables, pero por sobre todo a
los de los estudiantes, para que se busquen los protocolos y maneras de poder (sensibilizar)
a quienes les tocó la (fría) tarea de cambiar, nuestras áreas verdes por
cemento y ladrillo.
Este video demuestra todo el espacio verde que consumió la construcción del nuevo edificio.
Este pequeño ejemplo sucede a escala mayor en el crepúsculo del TIPNIS.
Yo no me di cuenta si no hasta ahora, que bien que alguien lo dijo¡¡¡¡
ResponderEliminarDinero + Ignorancia = Poder destructivo.
ResponderEliminarY en estos dos sumandos podemos sugerir muchísimos componentes de la gama "humana" de nuestro país.
Un buen artículo, que desgraciadamente nos demuestra una vez más que la imposición, la ilegalidad, el dinero junto a la corrupción edilicia hacen de las suyas.
A pocas cuadras de la UPAL, en plena Avenida América, podemos también observar cómo se viola las normas urbanísticas con la venia de las autoridades, cuando sobre la línea y nivel de la avenida están las construcciones y negocios sin respetar las distancias reglamentarias.
Por supuesto que concuerdo con la seria observación en cuanto a una institución educativa de nivel universitario como es la UPAL... ¿será que hay esperanza?, porque Cochabamba tiene nada de "valle" en este siglo XXI.