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sábado, 28 de abril de 2012

Silenciosamente desaparece un “TIPNIS” en la UPAL (Túpac Amaru)


LA INDIFERENCIA ES EL MAYOR RESPONSABLE DE LAS TRANSGRESIONES


Cochabamba, fuera de muchos honores, ocupa el primer lugar entre las ciudades más contaminadas del país, llegando a ocupar un sitio notable a nivel de Sudamérica.
El Informe Nacional de la Calidad de Aire del 2008 – 2009 afirma; “que los aspectos que llevan a esta situación crítica pasan por la acción humana, reflejada en el incremento desmesurado del parque automotor, congestión vehicular, desorganización del transporte público y la morfología de la ciudad en cuanto se refiere a las inversiones térmicas y baja capacidad de ventilación por ser un valle cerrado”.
En Cochabamba las emisiones de gases de efecto invernadero, producen un efecto mayor gracias a su disposición geográfica. En otros términos, una especie de coliseo “sin techo”, rodeado de montañas, lo que provoca la retención de esos gases.
Según la Red de Monitoreo de Calidad de Aire (Red Mónica), en Cercado existen 616.021 habitantes y 163.531 vehículos, es decir, por cada 3,7 personas hay un automóvil, una cifra que de hecho explica los frecuentes embotellamientos y las altas concentraciones de gas de ozono (O3), de monóxido de carbono (Co), dióxido de azufre (SO2) y otros compuestos (PM10).
Manteniéndose estas cifras, estaríamos superando los límites mínimos de Calidad del Aire según los parámetros de la Organización Mundial de Salud (OMS). 

A partir de estos pequeños antecedentes haré referencia a ciertas disposiciones que países vecinos de centro América, han empezado promover en contra del cambio climático y la mitigación de los gases de efecto invernadero.
Dentro las “nociones” de la (nueva) arquitectura e ingeniería de la construcción ecológica, países como México empiezan a promover la arquitectura ecológica del siglo XXI. 
Gracias a estos nuevos modelos, los efectos del cambio climático se ven interrumpidos, por lo menos dependiendo de la magnitud de sus adeptos.
En el caso de Cochabamba, algunas pocas instituciones empiezan a adoptar y promover cierta cultura del cambio, “alternativas” de sostenibilidad para la reducción de emisiones gas.
Algunas pasan por un carácter arquitectónico y asociativo, una combinación de arquetipos modernos y eco-sistémicos denominados “viviendas ecológicas”, donde las construcciones de nuevos y modernos edificios brindan el espacio a las áreas verdes de manera integral.
Lamentablemente estas nuevas corrientes medioambientalistas parecen ser “ignoradas”, por no decir desconocidas, por muchas instituciones, entre ellas las Educativas. - Es lamentable saber que donde se educa, se “mal” educa también-.
Una impotencia me surge al detectar un número considerable de personas, que indiferentes a los hechos, prefieren callar. 
En cambio un reducido grupo de personas, entre ellos jóvenes que hicieron consciente dicha calamidad, todos los días son testigos de los brutales y silenciosos golpes que se le da, al que considero un minúsculo “TIPNIS”, un corazón que deja de latir a causa de la irresponsabilidad de algunos profesionales cómplices de esta transgresión. 
En nombre del progreso y la educación se arremete contra los espacios verdes, plantas y árboles, quienes cobijaron alguna vez a estudiantes, en un medio “ideal” de aprendizaje. 
El coraje me da la potestad de informar que nuestra prestigiosa universidad es cuna de estos vejámenes, - Sí, ni más ni menos -.
Lamentablemente, como pasa en varios sitios que no mencionaré, la UPAL en sus nuevos predios de la calle Túpac Amaru, está siendo cómplice de estas fechorías. – Ya que todos callan, alguien debía alzar la voz y despreocuparse de la mala fama –.
Los referentes administrativos parecen estar desentendidos del tema, sin embargo los “ojos” instruidos de los estudiantes, parecen estar (acostumbrándose) a los despliegues técnicos, que brinda el equipo de construcción del nuevo edificio, ubicado al norte del recinto universitario.
Hay que aclarar que durante la formación de los estudiantes de esta universidad, sobre todo de Comunicación Social, se les ha brindado los conocimientos básicos para poder diferenciar el desarrollo de la modernidad, lo ecológico de lo anti-ecológico.
Pese a esto es lúgubre saber que se desconoce el simple criterio de la reciprocidad, que debería velar por el medio ambiente, por lo menos dentro de una institución académica.
 
Pero es peor aún, en este momento al margen de ciertas disposiciones legales y a razón de burocracias económicas, en aparente título pro-formativo, se sigue en nuestras propias narices, ultrajando los espacios verdes, - Bueno lo que queda -.
Como no hace falta ser jurista, ni arquitecto, ni biólogo, ni activista para darse cuenta, como se vulnera el Medio Ambiente dentro de esta universidad, me remito a recordar(les) un anecdótico y peculiar caso. 
Hace dos semanas atrás, frente a las instalaciones del Rectorado dentro la universidad, colindante al acceso del nuevo edificio que se construye, en un espacio de menos de 1x1 m2 y donde subsistía una especie de planta frutal (banano), ya a punto de dar frutos, el cemento fue a cubrirlo totalmente. Primero talado, luego arrancado de raíz, sin que nadie le preguntase primero ¿Quieres seguir viviendo? Menos aun se le dio, como a muchas otras, la oportunidad de ser trasladado. 
Luego de soportar las transgresiones de los albañiles por varios meses, sin afectar el paso peatonal ¿A quién le hacía daño como para arrancar a esa indefensa planta? Por lo menos adornaba el insípido y vacío ingreso, de esta que hoy considero,  como necrópolis universitario.
La historia me enseñó a diferenciar, desde mi ingreso a la UPAL hace 5 años, como la mano de la ignorancia es capaz de arrancar de raíz, lo poco que le queda de (vida) a este lugar, con la mayor tranquilidad del mundo.
Con esta humanidad insensible e indiferente de verdad uno se pregunta ¿Con que imaginación hacen estas construcciones? ¿Acaso en ese frío piso lleno de cemento no había espacio para compartirlo con unas cuantas especies arbóreas que no necesitan crecer demasiado? ¿Dónde queda el altruismo y la cara, como para querer enseñar a los estudiantes sobre el “respeto” al medio ambiente? ¿Porqué nadie dice nada sobre este tema? ¿Qué opina el rector de esta universidad sobre lo que sucede? Seguramente encontraremos un sin número de “pretextos” como para justificar esta aberración.
Pero trataremos de ser objetivos, y con argumentos sólidos, trataré de denunciar el atropello del cual soy testigo.
El nuevo edificio que se construye dentro de esta universidad, está siendo construido al margen de ciertas disposiciones normativas, tal y como ha pasado con el resto de construcciones dentro esta universidad, según dictamina el Reglamento Boliviano de Construcciones (RBC) con actualización 2009.
En el capítulo III, Artículo 4 subtítulo (d) de la normativa , “las construcciones deberían adecuarse a las características de la zona de manera (armónica), protegiendo el medio ambiente, de manera que la localización y el funcionamiento de las edificaciones no degraden el medio ambiente, dando cumplimiento a las disposiciones de la Ley N° 1333”. Un notorio y visible incumplimiento, según esta resolución.
Entre tanto el artículo 6 de la normativa habla también de generar un (habitad urbano sostenible), elemento irrisorio para los responsables de la construcción de este edificio.
Según el Capítulo VI sobre aplicación y vigilancia, en su inciso (j) “es deber de las instituciones pertinentes (Gobierno Municipal) del departamento, realizar estudios para establecer o modificar las limitaciones respecto a las reservas de áreas verdes”.
Como siempre miramos y miramos con indiferencia, esperando a que nuestros gobernantes hagan algo. ¿Díganme alguien hará algo al respecto dentro esta institución que dice ser educativa?
Entre tanto, indagando dentro la planificación y disposiciones de esta construcción, parece existir varias consideraciones, que transgreden el “minúsculo recinto verde” que le queda a la UPAL (Túpac Amaru).
Dentro esta normativa, personalmente observo un detalle que no pienso obviar.
Según el artículo 2 de la (RBC) la norma se aplica en: “Obras que tengan el carácter de intervención total o parcial en edificaciones catalogadas de patrimonio histórico o que dispongan de algún tipo de protección de carácter ambiental o artístico”. 
Sin duda el carácter ambiental es uno de los elementos que menos importan dentro la construcción de este nuevo edificio. ¿De quién depende validar o no el “carácter ambiental” dentro la construcción de un edificio, si nos son, en este caso, los mismos usuarios (estudiantes, docentes y administrativos) quienes habitan en él?
Además el reglamento habla que será ajustado según la cultura y las costumbres de los que habitan en la zona y/o región ¿Dónde queda entonces la autonomía institucional como para hacer respetar esta resolución?
Para graficar el desenlace de esta nota rememoraré un ejemplo crudo, que ahora mi puño y firma será capaz de narrar.
Hace unos días acabaron de arrancar otro árbol de entre los “últimos” que nos quedan, en el único espacio verde que tiene la UPAL, exactamente donde se encuentra el Centro de Cómputo. Claro está, no es culpa de los albañiles, ni culpa de la ignorancia de los responsables, sino de nosotros por no decir ni hacer nada.
Ojalá esta queja formal llegue a oídos de las autoridades responsables, pero por sobre todo a los de los estudiantes, para que se busquen los protocolos y maneras de poder (sensibilizar) a quienes les tocó la (fría) tarea de cambiar, nuestras áreas verdes por cemento y ladrillo.
Este video demuestra todo el espacio verde que consumió la construcción del nuevo edificio.
Este pequeño ejemplo sucede a escala mayor en el crepúsculo del TIPNIS. 

2 comentarios:

  1. Yo no me di cuenta si no hasta ahora, que bien que alguien lo dijo¡¡¡¡

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  2. Dinero + Ignorancia = Poder destructivo.

    Y en estos dos sumandos podemos sugerir muchísimos componentes de la gama "humana" de nuestro país.

    Un buen artículo, que desgraciadamente nos demuestra una vez más que la imposición, la ilegalidad, el dinero junto a la corrupción edilicia hacen de las suyas.

    A pocas cuadras de la UPAL, en plena Avenida América, podemos también observar cómo se viola las normas urbanísticas con la venia de las autoridades, cuando sobre la línea y nivel de la avenida están las construcciones y negocios sin respetar las distancias reglamentarias.

    Por supuesto que concuerdo con la seria observación en cuanto a una institución educativa de nivel universitario como es la UPAL... ¿será que hay esperanza?, porque Cochabamba tiene nada de "valle" en este siglo XXI.

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