A sabiendas de que el 10 de mayo de 1865, Mariano Melgarejo mandara a ejecutar al
periodista Cirilo Barragán por criticar, desde sus páginas, a su “régimen”. O
que tras este hecho el 10 de mayo de 1938, Germán Busch decretara el “Día del Periodista”. El hecho en concreto
estableció el primer paso para el reconocimiento de esta actividad como una
profesión, además de validar el derecho a la jubilación dentro aquel contexto
histórico. Se consideró además que el ejercicio periodístico es un impulso a la
cultura del “progreso colectivo”.
Tras este preámbulo, el
contexto actual tiene sus propios matices, sus pequeños logros junto a sus
grandes desventuras. De aquello ahondaré un poco, tratando de hacer una crítica
al sistema que rige y define al ejercicio periodístico, sin que esto signifique
menospreciar el oficio.
Objetividad y Subjetividad. La influencia del Poder.
En la universidad, muchos de
nosotros aprendimos la diferencia entre estos dos conceptos, muchos en virtud
de lo “correcto” asumimos la objetividad como parte de nuestra ética y nuestra
praxis en el ejercicio de la profesión. Al salir de la universidad y habernos
encontrado con la realidad pudimos darnos cuenta (muchos) de que la
“objetividad” no existe, no porque no pueda o deba de existir, sino porque el
entorno laboral te demuestra que vale más una publicidad que costee tu salario
(dicen) o los ingresos del medio (porque supuestamente hay muchas cosas que
pagar), que lo que se busca es una consciencia adormecida e instrumento de obediencia, y no alguien que
pueda ejercer su profesión con los valores éticos y de responsabilidad (personal)
que se supone deberían de aportar al “progreso colectivo”. El límite de esta
ética está definida por la ideología del medio, quién muchas veces, no es ética
con ella misma. ¿En qué te basas para afirmar este argumento?, preguntarán
algunos. Me baso en la experiencia personal de cada periodista que eh conocido
y conozco.
Es obvio que no se puede tapar
el sol con un dedo, por eso prefiero ser honesto. Hasta esta parte no hay
secretos, pero las particularidades de este fenómeno siguen invisibles porque
el sistema sostiene esta lógica instrumentalizadora del periodismo. ¿Por qué el
periodismo (o mejor dicho los periodistas y la sociedad en su conjunto) siguen
cómodos sin el cuestionamiento de este sistema de poder tan naturalizado? La
pregunta la dejo para quiénes se dieron el tiempo de leer este texto.
En este sentido, y tratando de
describir el cotidiano de muchos periodistas, el direccionamiento de la
información y la negación de las subjetividades (con una intencionalidad de
parte del medio o de alguien) nos dice que la mejor ilustración es la
siguiente; Si no son los jefes de prensa, son los editores, si no son los
empresarios son los accionistas del medio, y si finalmente no es ninguno de
estos, llegará la hora de que un amigo, un familiar o alguien con “poder”,
definan la agenda noticiosa, o lo que no debe ser sujeto de ser noticiable.
Hay “noticias” que son
rentables, unas más que otras, y la moda actual presupone que es más importante
la “primicia” que la calidad informativa. Se instalan verdades a medias, y
falacias informativas que luego son desmentidas, pero sin que nadie se retracte
(como medio) públicamente. Bueno, de este tipo existen muchas otras observaciones,
pero no ahondaré en estos hechos.
Por si acaso no TODOS los que
asumen estos roles son corruptibles, lo aclaro por si alguien cuestiona mi
posición, pero díganme, ¿Quién no se ha topado con esta realidad en su vida laboral
en algún momento de su ejercicio laboral?
Desprofesionalización del periodismo
Vemos el creciente número de
profesionales y egresados que se dedican y que quieren ejercer a la labor
periodística. Un mercado saturado de potenciales soldados del manejo
informativo donde los medios y espacios para ejercerlo son pocos o son espacios
para quién mejor ejercite sus relaciones de poder para obtenerlo. Y no es que
los “mejores” periodistas estén en medios de mayor “prestigio”, sino son
excepciones los que han logrado alcanzarlo por sus propios méritos. El resto,
ustedes lo pueden corroborar, deberá seguir deambulando por medios “pequeños” o
alternar otro tipo de formato en otro medio de comunicación. Esto supone que
existen excelentes periodistas, invisibilizados y mal remunerados en medios
des-conocidos por la categoría oficial.
Mientras tanto, la mayoría de los
medios de comunicación seguirá buscando personal “barato” y dará igual si estos
estudiaron la profesión o simplemente saben agarrar una cámara, editar un vídeo
o un audio, sostener un micrófono, o aparecer en la pantalla.
Está por demás decir que la
desprofesionalización del periodismo, así como el de la comunicación ha llegado
hace mucho a posicionarse como una moda evidente, donde el abogado, el
ingeniero, la modelo, el pariente o el amigo del dueño del medio, se apodera de
un curul que no le corresponde.
Se critica a las instancias
estatales de asignar roles laborales a personas que no tienen la competencia y
sin embargo los medios que suelen denunciarlos tienen como parte de su equipo
de prensa a alguien que no estudió para el cargo o el oficio. Claro, no es una
regla, pero vuelvo a preguntar, ¿Quién no ha conocido a alguien que no tiene la
formación profesional y está asumiendo el cargo solo porque tiene ciertas
habilidades técnicas, de elocución o ninguna? Pregunto, ¿Qué tal si
extrapolamos la frase “zapatero a tus zapatos” en las empresas de comunicación,
y no solo la exigimos en otras instancias de servicio profesional?
Valga también aclarar que no
estoy tratando de decir que todos los empíricos hacen mal su trabajo (hay gente
muy profesional entre ellos, pero son contados), sino que con esta
permisibilidad solo se sostiene la desprofesionalización de esta labor, que
requiere un background epistemológico como parte de la formación dentro de las
ciencias sociales. No se trata de un hobby, una actividad de recreación o de
una práctica turística.
Lamentablemente para muchos,
sigue siendo una actividad intuitiva en el que te logras ahorrar 5 años de
estudio con unos “cursos” (como alguna vez escuché justificar el hecho de
colocar a una abogada de periodista, pero claro, la supuesta periodista tenía
muchas “cualidades” que mostrar en la pantalla, y tal justificativo era
suficiente para la empresa de comunicación), la mediocridad sin duda es muy
grande.
Por otra parte, esta
desprofesionalización solo promueve que el periodismo se convierta sutilmente
en una actividad empírica y no profesionalizada. Obvio, al ver el mercado de
interesados por un espacio laboral, muchos se prestan a “venderse” por unos
cuantos pesos y ser sometidos a trabajos extras y sin horarios definidos.
Vuelvo a recalcar, no es que
el periodismo tenga horarios definidos, por supuesto que no, lo que trato de
decir es que la remuneración ni si quiera es acorde a las 8 horas laborales, y
peor, las horas extras (te dicen) es parte del trabajo, por lo que aspirar una
mejor remuneración es de “locos”. Claro, como existe tanto personal a
disposición en las calles esperando a ganarse unas migajas del pan, si alguien
viene con su “locura” de ser correctamente remunerado, es fácil de ser
suplantado.
Conozco a muchos colegas y
amigos que ejercen este oficio tan sacrificado y se les paga en muchos casos
menos del salario mínimo nacional. Muchos han llegado a la frustración al ver
que invirtieron años de estudio y de dinero para que se les pague una miseria
gracias a esta lógica de permisibilidad de los medios de comunicación, en la
selección de su personal. El que es periodista sabe que hay gente que tiene
“muñeca” (bueno o mal profesional) la cosa es que tiene muñeca y consigue
fácilmente una posición, que con los méritos (en la gran mayoría de los casos),
no son suficientes para alcanzarlo.
Los medios, bajo esta lógica,
no quieren profesionales pensantes, quieren piezas y herramientas que cumplan
con objetivos concretos, lo que significa que el periodista tiene límites con
su objetividad, y por tanto la deontología es una utopía paradigmática de la
que se vive cuando se puede. Te dicen, “Acá el que define no eres tú, el que
define soy yo”, lo que implícitamente significa, “Si quieres seguir trabajando
haces lo que te diga”. Otras veces se dice, “tienes que modificar esto”, por
razones que a veces no comprendes, y no suelen ser cuestiones de forma, sino de
fondo. Te dirán, “pero tú no estás para cuestionar, sino para obedecer”, aunque
sea antiético hacerlo, y como no estás en situación como para perder el
trabajo, pues solo te queda obedecer. Tu rol no es cuestionar el sistema, tu
rol es re-producir la obediencia sistemática. Obviamente esto no siempre pasa,
pero sucede. Consulto, ¿Quién no se ha topado con este tipo de argumentos que
limitan la ética periodística?
Darwinismo social en el periodismo
Esta es la parte jocosa de
esta crítica al sistema actual que rige el ejercicio periodístico.
Quién ha iniciado de cero su
vida profesional dentro el periodismo reconocerá esta descripción. El
periodista que ingresa como practicante o que tuvo la oportunidad de empezar a
ser remunerado por su trabajo en un medio “pequeño”, habrá notado que existen
algunas roscas de periodistas en una especie de sector elitista, que transmite
su complejo de “superioridad” al ingresar (ilustrando un poco), como si se
tratara del ingreso (con patada voladora) de los “Héroes de Marvel”, quienes
vienen a salvar el mundo como los privilegiados, selectos e iluminados para
realizar las preguntas “clave” que definirán luego la agenda setting en todo
los medios de comunicación. Ojo, es sarcasmo.
Algunas veces los periodistas
de “élite” (con consciencia o sin ella) caminan de manera prepotente frente a
sus subalternos a quiénes se les expresa su fijación fálica de poder al
manipular un micrófono o cualquier representación del medio “poderoso” de comunicación al que
representan. Un interesante fenómeno cultural que habría que investigar.
Lo propio sucede con un
simpático fenómeno que a veces me ha causado risa. Practicantes de medios de
comunicación “grandes”, que tras un mes de prácticas, se les traspasa la
fijación fálica del micrófono, tan solo por funcionar como pedestales para los
periodistas “oficiales” de dichos medios a los que siguen como cachorros de
compañía.
Otro ejemplo curioso se
manifiesta, cuando en reiteradas ocasiones observé periodistas de Redes
nacionales apersonarse a realizar la entrevista. Tras la pregunta formulada al
entrevistado y mientras este responde, la mayoría mujeres, se ponen a masticar
el chicle como si se tratara (sin exagerar) de la rumia de los equinos mientras
su atención está por otros lados menos en el entrevistado. Tal conducta, lo eh
observado, es replicada por las practicantes del mismo medio. La rumia se vuelve
a reproducir, como una manifestación simbólica de expresividad del poder fálico
re-presentado en el micrófono. No sé si es una moda o qué es lo que sucede,
pero lo cierto es que ese comportamiento “elitista” de “te hablo y te miro, si
eres de un medio grande y si no, no”.
Finalmente, esta
subalternización llega hacia los propios periodistas de partes de instancias
públicas o privadas. Si círculos de poder político o privado buscan “cobertura”
de una noticia, esta puede ser persuadida a través de un festival de salteñas,
o de cualquier suculento entremés que sacie el estómago del sacrificado
periodista. Claro, vale una salteña, un relleno o un refrigerio, la simpatía
del periodista. Este suele ser el valor que se le asigna al trabajo
periodístico, mientras el discurso de las políticas públicas a favor de los
periodistas y la mejora de sus condiciones de vida, sigue siendo un mito que se
saluda cada 10 de mayo.
En fin, mis felicitaciones a
todos los periodistas que hoy en día siguen siendo objeto de agresiones de
parte de sectores políticos y sociales insatisfechos, quiénes descargan su
frustración en los que ya de por sí son mal pagados en su vida laboral. Y
pagados, hago referencia no solo a la remuneración económica, sino al trato personal, pues, se trata del sacrificio de no estar con la familia a cambio de ganarse unos
cuantos pesos, por lo menos para seguir subsistiendo. Mis felicidades a
quiénes, a pesar de los mal tratos dentro y fuera del medio, siguen apasionados
por el ejercicio periodístico.