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jueves, 10 de mayo de 2018

A CALZÓN QUITADO. DÍA DEL PERIODISTA



A sabiendas de que el 10 de mayo de 1865, Mariano Melgarejo mandara a ejecutar al periodista Cirilo Barragán por criticar, desde sus páginas, a su “régimen”. O que tras este hecho el 10 de mayo de 1938, Germán Busch decretara el Día del Periodista”. El hecho en concreto estableció el primer paso para el reconocimiento de esta actividad como una profesión, además de validar el derecho a la jubilación dentro aquel contexto histórico. Se consideró además que el ejercicio periodístico es un impulso a la cultura del “progreso colectivo”.

Tras este preámbulo, el contexto actual tiene sus propios matices, sus pequeños logros junto a sus grandes desventuras. De aquello ahondaré un poco, tratando de hacer una crítica al sistema que rige y define al ejercicio periodístico, sin que esto signifique menospreciar el oficio.

Objetividad y Subjetividad. La influencia del Poder.


En la universidad, muchos de nosotros aprendimos la diferencia entre estos dos conceptos, muchos en virtud de lo “correcto” asumimos la objetividad como parte de nuestra ética y nuestra praxis en el ejercicio de la profesión. Al salir de la universidad y habernos encontrado con la realidad pudimos darnos cuenta (muchos) de que la “objetividad” no existe, no porque no pueda o deba de existir, sino porque el entorno laboral te demuestra que vale más una publicidad que costee tu salario (dicen) o los ingresos del medio (porque supuestamente hay muchas cosas que pagar), que lo que se busca es una consciencia adormecida e  instrumento de obediencia, y no alguien que pueda ejercer su profesión con los valores éticos y de responsabilidad (personal) que se supone deberían de aportar al “progreso colectivo”. El límite de esta ética está definida por la ideología del medio, quién muchas veces, no es ética con ella misma. ¿En qué te basas para afirmar este argumento?, preguntarán algunos. Me baso en la experiencia personal de cada periodista que eh conocido y conozco.

Es obvio que no se puede tapar el sol con un dedo, por eso prefiero ser honesto. Hasta esta parte no hay secretos, pero las particularidades de este fenómeno siguen invisibles porque el sistema sostiene esta lógica instrumentalizadora del periodismo. ¿Por qué el periodismo (o mejor dicho los periodistas y la sociedad en su conjunto) siguen cómodos sin el cuestionamiento de este sistema de poder tan naturalizado? La pregunta la dejo para quiénes se dieron el tiempo de leer este texto.

En este sentido, y tratando de describir el cotidiano de muchos periodistas, el direccionamiento de la información y la negación de las subjetividades (con una intencionalidad de parte del medio o de alguien) nos dice que la mejor ilustración es la siguiente; Si no son los jefes de prensa, son los editores, si no son los empresarios son los accionistas del medio, y si finalmente no es ninguno de estos, llegará la hora de que un amigo, un familiar o alguien con “poder”, definan la agenda noticiosa, o lo que no debe ser sujeto de ser noticiable.

Hay “noticias” que son rentables, unas más que otras, y la moda actual presupone que es más importante la “primicia” que la calidad informativa. Se instalan verdades a medias, y falacias informativas que luego son desmentidas, pero sin que nadie se retracte (como medio) públicamente. Bueno, de este tipo existen muchas otras observaciones, pero no ahondaré en estos hechos.

Por si acaso no TODOS los que asumen estos roles son corruptibles, lo aclaro por si alguien cuestiona mi posición, pero díganme, ¿Quién no se ha topado con esta realidad en su vida laboral en algún momento de su ejercicio laboral?

Desprofesionalización del periodismo


Vemos el creciente número de profesionales y egresados que se dedican y que quieren ejercer a la labor periodística. Un mercado saturado de potenciales soldados del manejo informativo donde los medios y espacios para ejercerlo son pocos o son espacios para quién mejor ejercite sus relaciones de poder para obtenerlo. Y no es que los “mejores” periodistas estén en medios de mayor “prestigio”, sino son excepciones los que han logrado alcanzarlo por sus propios méritos. El resto, ustedes lo pueden corroborar, deberá seguir deambulando por medios “pequeños” o alternar otro tipo de formato en otro medio de comunicación. Esto supone que existen excelentes periodistas, invisibilizados y mal remunerados en medios des-conocidos por la categoría oficial.

Mientras tanto, la mayoría de los medios de comunicación seguirá buscando personal “barato” y dará igual si estos estudiaron la profesión o simplemente saben agarrar una cámara, editar un vídeo o un audio, sostener un micrófono, o aparecer en la pantalla.

Está por demás decir que la desprofesionalización del periodismo, así como el de la comunicación ha llegado hace mucho a posicionarse como una moda evidente, donde el abogado, el ingeniero, la modelo, el pariente o el amigo del dueño del medio, se apodera de un curul que no le corresponde.

Se critica a las instancias estatales de asignar roles laborales a personas que no tienen la competencia y sin embargo los medios que suelen denunciarlos tienen como parte de su equipo de prensa a alguien que no estudió para el cargo o el oficio. Claro, no es una regla, pero vuelvo a preguntar, ¿Quién no ha conocido a alguien que no tiene la formación profesional y está asumiendo el cargo solo porque tiene ciertas habilidades técnicas, de elocución o ninguna? Pregunto, ¿Qué tal si extrapolamos la frase “zapatero a tus zapatos” en las empresas de comunicación, y no solo la exigimos en otras instancias de servicio profesional?

Valga también aclarar que no estoy tratando de decir que todos los empíricos hacen mal su trabajo (hay gente muy profesional entre ellos, pero son contados), sino que con esta permisibilidad solo se sostiene la desprofesionalización de esta labor, que requiere un background epistemológico como parte de la formación dentro de las ciencias sociales. No se trata de un hobby, una actividad de recreación o de una práctica turística.

Lamentablemente para muchos, sigue siendo una actividad intuitiva en el que te logras ahorrar 5 años de estudio con unos “cursos” (como alguna vez escuché justificar el hecho de colocar a una abogada de periodista, pero claro, la supuesta periodista tenía muchas “cualidades” que mostrar en la pantalla, y tal justificativo era suficiente para la empresa de comunicación), la mediocridad sin duda es muy grande.

Por otra parte, esta desprofesionalización solo promueve que el periodismo se convierta sutilmente en una actividad empírica y no profesionalizada. Obvio, al ver el mercado de interesados por un espacio laboral, muchos se prestan a “venderse” por unos cuantos pesos y ser sometidos a trabajos extras y sin horarios definidos.

Vuelvo a recalcar, no es que el periodismo tenga horarios definidos, por supuesto que no, lo que trato de decir es que la remuneración ni si quiera es acorde a las 8 horas laborales, y peor, las horas extras (te dicen) es parte del trabajo, por lo que aspirar una mejor remuneración es de “locos”. Claro, como existe tanto personal a disposición en las calles esperando a ganarse unas migajas del pan, si alguien viene con su “locura” de ser correctamente remunerado, es fácil de ser suplantado.

Conozco a muchos colegas y amigos que ejercen este oficio tan sacrificado y se les paga en muchos casos menos del salario mínimo nacional. Muchos han llegado a la frustración al ver que invirtieron años de estudio y de dinero para que se les pague una miseria gracias a esta lógica de permisibilidad de los medios de comunicación, en la selección de su personal. El que es periodista sabe que hay gente que tiene “muñeca” (bueno o mal profesional) la cosa es que tiene muñeca y consigue fácilmente una posición, que con los méritos (en la gran mayoría de los casos), no son suficientes para alcanzarlo.

Los medios, bajo esta lógica, no quieren profesionales pensantes, quieren piezas y herramientas que cumplan con objetivos concretos, lo que significa que el periodista tiene límites con su objetividad, y por tanto la deontología es una utopía paradigmática de la que se vive cuando se puede. Te dicen, “Acá el que define no eres tú, el que define soy yo”, lo que implícitamente significa, “Si quieres seguir trabajando haces lo que te diga”. Otras veces se dice, “tienes que modificar esto”, por razones que a veces no comprendes, y no suelen ser cuestiones de forma, sino de fondo. Te dirán, “pero tú no estás para cuestionar, sino para obedecer”, aunque sea antiético hacerlo, y como no estás en situación como para perder el trabajo, pues solo te queda obedecer. Tu rol no es cuestionar el sistema, tu rol es re-producir la obediencia sistemática. Obviamente esto no siempre pasa, pero sucede. Consulto, ¿Quién no se ha topado con este tipo de argumentos que limitan la ética periodística?


Darwinismo social en el periodismo


Esta es la parte jocosa de esta crítica al sistema actual que rige el ejercicio periodístico.

Quién ha iniciado de cero su vida profesional dentro el periodismo reconocerá esta descripción. El periodista que ingresa como practicante o que tuvo la oportunidad de empezar a ser remunerado por su trabajo en un medio “pequeño”, habrá notado que existen algunas roscas de periodistas en una especie de sector elitista, que transmite su complejo de “superioridad” al ingresar (ilustrando un poco), como si se tratara del ingreso (con patada voladora) de los “Héroes de Marvel”, quienes vienen a salvar el mundo como los privilegiados, selectos e iluminados para realizar las preguntas “clave” que definirán luego la agenda setting en todo los medios de comunicación. Ojo, es sarcasmo.

Algunas veces los periodistas de “élite” (con consciencia o sin ella) caminan de manera prepotente frente a sus subalternos a quiénes se les expresa su fijación fálica de poder al manipular un micrófono o cualquier representación  del medio “poderoso” de comunicación al que representan. Un interesante fenómeno cultural que habría que investigar.

Lo propio sucede con un simpático fenómeno que a veces me ha causado risa. Practicantes de medios de comunicación “grandes”, que tras un mes de prácticas, se les traspasa la fijación fálica del micrófono, tan solo por funcionar como pedestales para los periodistas “oficiales” de dichos medios a los que siguen como cachorros de compañía.

Otro ejemplo curioso se manifiesta, cuando en reiteradas ocasiones observé periodistas de Redes nacionales apersonarse a realizar la entrevista. Tras la pregunta formulada al entrevistado y mientras este responde, la mayoría mujeres, se ponen a masticar el chicle como si se tratara (sin exagerar) de la rumia de los equinos mientras su atención está por otros lados menos en el entrevistado. Tal conducta, lo eh observado, es replicada por las practicantes del mismo medio. La rumia se vuelve a reproducir, como una manifestación simbólica de expresividad del poder fálico re-presentado en el micrófono. No sé si es una moda o qué es lo que sucede, pero lo cierto es que ese comportamiento “elitista” de “te hablo y te miro, si eres de un medio grande y si no, no”.

Finalmente, esta subalternización llega hacia los propios periodistas de partes de instancias públicas o privadas. Si círculos de poder político o privado buscan “cobertura” de una noticia, esta puede ser persuadida a través de un festival de salteñas, o de cualquier suculento entremés que sacie el estómago del sacrificado periodista. Claro, vale una salteña, un relleno o un refrigerio, la simpatía del periodista. Este suele ser el valor que se le asigna al trabajo periodístico, mientras el discurso de las políticas públicas a favor de los periodistas y la mejora de sus condiciones de vida, sigue siendo un mito que se saluda cada 10 de mayo.

En fin, mis felicitaciones a todos los periodistas que hoy en día siguen siendo objeto de agresiones de parte de sectores políticos y sociales insatisfechos, quiénes descargan su frustración en los que ya de por sí son mal pagados en su vida laboral. Y pagados, hago referencia no solo a la remuneración económica, sino al trato personal, pues, se trata del sacrificio de no estar con la familia a cambio de ganarse unos cuantos pesos, por lo menos para seguir subsistiendo. Mis felicidades a quiénes, a pesar de los mal tratos dentro y fuera del medio, siguen apasionados por el ejercicio periodístico.



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