El capítulo cuarto y quinto referido a los derechos de las naciones y pueblos indígena originario campesinos es sin dudas un paso importante en el desarrollo de nuestras realidades y de contexto Boliviano, estas cuyo origen aún se (intentan a sí mismos) preservar. Sin embargo es importante notar en estos documentos la falta de precisión y adaptabilidad en algunos de sus artículos, aunque no es menospreciable, se trata todavía de una normativa muy genérica. Hoy hablamos de naciones, de pueblos, de una pluralidad y una multiplicidad de cosmovisiones y de prácticas cuya normatividad y reglamentación no se ha desarrollado aun en sus propios escenario Es también importante reconocer que estos cambios, resultado de luchas incansables por la identidad, no serán establecidas por la recopilación de textos que pueda promulgar el gobierno de turno. Esta será una lucha cuyos cambios se irán estableciendo con el paso del tiempo, con años de interacción y de trabajo en enclaves estructurales en el ámbito económico, político, cultural y sobre todo comunicacional.
Un claro ejemplo de ejercicio de un cambio en (proceso) en este estado plurinacional, pues no es el único, es la adopción de una identidad cultural. Se dice que; “Si se lo desea; el individuo puede inscribir en su cédula de identidad la, valga la redundancia, la identidad cultural a la que (cree) pertenecer”. Y me remito a si “cree” o si sus percepciones le impulsan asumir dicha identidad, es decir que si el individuo reconoce que en realidad pertenece a una identidad específica frente a las connotaciones que implica ser boliviano. E aquí el problema, la construcción de una identidad nacional que aun no se ha establecido, es más, ni se han dado las acciones suficientes. Y es que el cambio que se va generando en las políticas nacionales, no solo son nociones que se instalan en el atril de la legislabilidad, sino en las construcciones que la sociedad va asimilando, una proyección intrínseca de legitimar las nociones y percepciones de los habitantes desde sus escenarios, de tal forma que su identidad coincida con la de sus conciudadanos y con-patriotas. Claro está que la construcción de un horizonte identidario aun no se lo puede representar.
Por tanto en este esquema al cual me atribuyo, será visto finalmente como resultado de años de trabajo en conjunto, donde los grupos sociales deberán edificar una identidad en común, para que así la autónoma mirada de los grupos o naciones que conforman el estado puedan general desde su desarrollo, un desarrollo común con el resto del país. Una Bolivia que sepa de donde vino, y sobre todo sepa a donde va. Para esta tarea será imprescindible el trabajo de los futuros sociabilizadores y buscadores de consenso, que son en tanto la nueva generación de comunicadores. Profesionales que salen de sus escritorios en busca de contacto y de acercamiento entre la sociedad misma y sus necesidades económicas, políticas, culturales y comunicacionales, una búsqueda de un mañana, una construcción social llamado Bolivia como establecimiento de un estado plurinacional y plurilingüe.
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